Desde la época medieval, en la zona sur-oriental de la ciudad se empezó a delinear un barrio de vocación mercantil, concentrándose en la plaza homónima, de la cual empezaba la “ruga Francigena", el camino de los peregrinos que conducía a la Basílica de San Nicolás.
En el centro de la plaza, en el espacio situado detrás del palacio del Sedile, se encontró un tramo de pavimentación medieval (pequeños bloques calizos) que, gracias también al descubrimiento de monedas pertenecientes al principado de Acaia, los históricos sitúan en la primera mitad del siglo XIV. La plaza, cerca del puerto que antes estaba comunicado por una estructura reforzada posicionada en la entrada del muelle (la torre de S. Antonio), fue sede de algunas instituciones municipales desde la mitad del siglo XV, convirtiéndose en uno de los centros urbanos de la ciudad. Objeto de algunos planes de renovación urbana realizados por el ducado Sforza, la plaza volvió a ser reconstruida totalmente a principio del siglo XVII, después del dramático incidente ocurrido en 1601: un incendio devastó algunas casa ubicadas en una zona triangular cerca del Palazzo del Sedile y se extendió hasta el Arsenal, donde hubo una fuerte explosión. En poco tiempo, se volvió a reconstruir el Palazzo del Sedile, dotado también de un campanario cuyo reloj fue importado de Alemania e indicaba también los cuartos de hora. En 1612, fue posicionada una nueva entrada que conectaba la plaza al puerto pasando por Piazza del Ferrarese; la reconstrucción contribuyó ulteriormente a subrayar el fuerte carácter de centro para los negocios de la ciudad.
A principio del siglo XIX, la sede de la Universidad fue trasladada a la “Ruga Fragigena”, que desde aquel momento fue llamada Strada Palazzo di Città, mientras que el antiguo Palazzo del Sedile fue convertido en teatro. Piazza Mercantile conservó su papel de lugar de representación, destinado a fiestas, ceremonias y diversión pública, mientras que la necesidad cada vez más urgente de higiene y salubridad impusieron el traslado del mercado a otros espacios específicos ubicados en Piazza del Ferrarese que, después de abatir los muros y la puerta, se convirtió en el lugar más especializado para hallar el mercado. Sin embargo, durante el siglo XIX, con la edificación del puerto mercantíl en el lado opuesto a la ciudad, la plaza empezó a perder su antigua función de centro de la vida barese, progresivamente sustituida por Corso Vittorio Emanuele, donde se concentraban los principales edificios públicos y los puntos de encuentro de los ciudadanos.